El proyecto que presento bajo el título Casa Feliz, se compone de tres obras interrelacionadas: “Buratos e recunchos”, “Casa Feliz” y “Segue manchando”. A través del lenguaje artístico emprendo una búsqueda personal con el objetivo de redefinir mi visión sobre el espacio doméstico y el significado de hogar, así como afrontar ciertos traumas asociados al periodo de mi infancia.

Durante este proceso surge un reencuentro con un álbum de dibujos infantiles y una escultura que realizo entre los cuatro y seis años, lo que resulta clave para la formalización y contextual­ización de las obras. Es precisamente uno de esos dibujos el que da título al proyecto, donde escribo compulsivamente las palabras casa – feliz, quizás enfatizando lo irónico de esta última palabra.

“Buratos e recunchos” (Agujeros y rincones) es una serie de esculturas cerámicas de carácter espontáneo y apariencia biomórfica que remiten, en cierta manera, a partes del cuerpo, lugares o recuerdos que forman parte de mi experiencia vital. La plasticidad propia del material arcilloso proporciona esa intimidad táctil necesaria al tratar de materializar esos resquicios de una memoria inevitablemente adulterada.

Esta obra nace en cuarentena, donde hablar de refugio nunca tuvo tanto sentido.

Al evocar y reflexionar sobre los espacios vivenciales por los que he transitado a lo largo de toda mi vida, tomo consciencia de mi misma y se evidencia la memoria, así como la huella del tiempo en el cuerpo. Las acciones de crear un meta-refugio y encajar esas piezas en mi cuerpo no son más que un intento de afrontarlo.

La pieza protagonista de la acción es una escultura que realizo a los 6 años.

La reapropiación de este imaginario infantil es recurrente en todas las obras a través de ciertas construcciones, materiales o juegos.